Para pensar el aborto son necesarias al menos dos condiciones, por un lado establecer cuándo comienza la vida humana, posteriormente, enmarcar en una política su protección, esto último derivado necesariamente de una ética.
El derecho a la vida es el fundamento y piedra angular de toda ética. Es prácticamente imposible sostener la eticidad de cualquier otra acción sin que antes no se considere que la vida humana sea en sí misma el valor máximo. Lo contrario nos llevaría a carecer de al menos un bien universal objetivo, material e irreductible a cualquier otro, o lo que es lo mismo, se podría hacer lo que se plazca con el otro, incluyendo la muerte. Todas las sociedades actuales que se consideran organizadas bajo un Estado de derecho han visto que es necesario considerarlo de esta forma, sin embargo, lo problemático no es consensuar el derecho a la vida sino conceptualizar qué es y cuándo comienza la vida humana.
De la definición que se tenga de vida humana y del ser humano se desprenderán los límites de la libertad. Parece obvio, para los no versados en el tema, que la encargada de otorgarnos esta definición debiera ser la biología, en tanto que es la ciencia que estudia a los seres vivos. Si fuera así, encontraríamos que vida es la capacidad de sistemas fisicoquímicos complejos de nacer, crecer y reproducirse, así como de responder a estímulos ambientales e internos. El siguiente paso es aquél que no puede ya dar dicha ciencia; responder ¿qué es el ser humano, cuándo comienza y termina? Para los biólogos, la vida humana no puede diferenciarse de la vida animal salvo por sus características específicas de la especie, pero en esencia es análoga. Si con esta definición nos movemos a la política, encontraríamos entonces imposible argumentar el porqué podemos matar animales pero no humanos, e incluso matar plantas o bacterias, pues todas, en tanto vivas, merecerían el derecho a la vida, o en su opuesto, si tenemos el derecho a matar animales, plantas y bacterias, no hay nada que nos diferencie del resto de seres vivos y por tanto también podríamos matarnos entre nosotros. Esto nos lleva a la necesidad de buscar una distinción del ser humano con el resto de vidas existentes. Normalmente no es entonces la biología la encargada de decirnos qué es un ser humano y qué nos distingue del resto de los animales, pues nos dirá que nos diferencia nuestra capacidad craneal, la oposición del pulgar o que somos primates bípedos, entre otras cosas, es decir, que somos un animal con características específicas, pero ¿es entonces la capacidad craneal o poder caminar en dos piernas lo que nos da derecho a la vida? Si nos alejamos de la biología con la desazón de no haber podido fundamentar qué nos hace tener el derecho a la vida sobre cualquier otro tipo de ser viviente, entonces nos preguntamos desde la filosofía ¿qué nos distingue del resto de los animales? Considero que la respuesta puede decirse de muchas formas pero es básicamente la misma, aquello que nos distingue del resto de los seres vivos es el alma (entendido en su sentido clásico y no religioso), la psique (ψυχή), conciencia, Yo, razón, etc. Si bien aceptamos la necesidad material de un cuerpo para la existencia de una psique, el ser humano, como único ser vivo con una psique racional (que incluye voluntad, deseos, sentimientos, etc.) no puede ser entendido únicamente como un cuerpo, la vida por tanto es irreductible a los procesos biológicos pero a su vez no hay vida sin ellos. Así pues, lo realmente complicado no es saber si tal o cual persona es ser humano, sino cuándo comenzó a serlo.
Siguiendo la definición de vida planteada por la biología, la vida está presente en el feto, pero también en el embrión, así como en el óvulo y el espermatozoide. La pregunta clave para permitir el aborto no es si el embrión tiene vida, sino si el embrión es una vida humana y si acaso esa vida es también un "ser humano". Parece obvio que el espermatozoide tiene vida, pero no es un humano, así como el óvulo, sin embargo, es común pensar que al momento de la fecundación se origina una nueva vida, la cual es ya en ese mismo momento, una nueva vida humana, con un código genético diferente a ambos progenitores y por tanto, es un ser humano único. En resumidas líneas, esta es la postura bajo la cual se argumenta el rechazo al aborto, pues así sea un día después y aún no se haya implantado el embrión, o se realice el aborto semanas posteriores y su gestación se haya comenzado, en ambos casos es ya un ser humano a quien se le está arrebatando el derecho a la vida.
La postura anterior es necesario matizarla. Si bien del espermatozoide y del óvulo se genera una nueva vida, esta aún cuando es una nueva vida humana, es muy diferente a llamarle ser humano, ¿qué es entonces? Precisamente un embrión humano, es decir, es el inicio de un continuo que desembocará en un ser humano, sin embargo, todavía no lo es. ¿Cómo negarle el estatuto de humano a un embrión que de continuar el desarrollo normal será un humano? Pues bien, ya habíamos revisado que la biología no logra distinguir al ser humano y por ende fue necesario considerar que lo que hace propiamente a un ser vivo un humano es su psique (término con el cual al menos para efectos prácticos de este escrito tomaremos como concepto que engloba todos los mencionados como alma, razón, voluntad, Yo, conciencia, deseos, etc.), pues bien, la cuestión entonces será la siguiente ¿el embrión es una vida que posee psique? En las primeras semanas, el embrión es una vida material en desarrollo que conforme avance el proceso llegará a convertirse en un feto, con sus características morfológicas y funcionales del organismo humano y que en el nacimiento, acto inaugural de la vida (como nos ha mostrado Hanna Arendt: “en el idioma de los romanos, quizá el pueblo más político que hemos conocido, empleaba las expresiones ‘vivir’ y ‘estar entre hombres’ [inter homines esse] y ‘morir’ y ‘dejar de estar entre los hombres’ [inter homines esse desinere] como sinónimos”) adquirirá propiamente todos los derechos jurídicos del humano.
Una ley de plazos que permita el aborto, como lo hacen los países que han legislado a su favor, es congruente con la visión propuesta en este escrito de lo que es un ser humano, pues el embrión no goza de los mismos derechos que un humano nacido, puesto que no hay forma de determinar un momento específico de la generación de un humano, el ser humano es un continuo que procede de una vida material anterior pero no reductible a ella. La necesidad de encontrar o determinar un momento único y específico para el comienzo de la vida humana lo que nos muestra es nuestra limitación de pensamiento causal, ya Heráclito insistía que todo es un devenir, siendo y no siendo a la vez, pero ello no implica que no haya un Logos que lo gobierne, sino que muestra que el gobierno del Logos no es capaz de ser captado con las limitaciones de nuestro razonamiento.
Los argumentos filosóficos, como lo hace la filosofía de Zubiri, que esgrimen que en el embrión están ya presentes las capacidades de la psique, pero de forma pasiva y que con el tiempo se mostrarán de manera activa, son simples constructos teóricos para hacer pasar por racionales los verdaderos compromisos, a saber, los religiosos. Una filosofía que proponga que hay una psique pasiva en el embrión (que por otro lado es mero acto de fe creerlo, pues no hay forma de demostrarlo, lo que entra en una clara contradicción cuando se hace uso de terminología científica para justificarlo, o lo que es lo mismo, al afirmar que la hay psique su contraargumento es tan sencillo como decir que no la hay, ambas igual de válidas y ridículas) no es más que una forma tergiversada de decir que el alma (esta vez en su sentido religioso) está en él desde el momento de la concepción, como lo hace la teología católica. El problema no creo que radique en ser creyente, sino en ocultar los intereses y compromisos intelectuales que se tienen con las creencias y la fe individual, para después dar un paso más lejos e intentar imponer la moral propia a los otros.
Por último, como hemos revisado, el derecho a abortar no es un problema de libertad o autonomía de la mujer, sino un problema de derecho y protección de vida, ya que si se entiende al embrión como humano es imposible otorgar la libertad de asesinar, así sea a quien porta al humano. Por consiguiente, sería imposible argumentar el aborto en cualquier de sus escenarios, ya sea por violación, malformación o voluntariamente. Sería ridículo pensar que se puede quitar la vida si es producto de una violación, claro está que este tipo de pensamiento ha llevado a aberraciones como obligar a mujeres a tener hijos no deseados, productos de violaciones o incluso a penalizarlas cuando se ha generado un aborto espontáneo por no haber cuidado adecuadamente a quien estarían obligadas a preservar su vida. Pero si, como hemos propuesto, es entendido al embrión como el inicio de un proceso que terminará en el nacimiento y la vida de un ser humano, entonces se puede actuar sobre él como un aún-no-humano, pero diferente a las cosas y a los animales pero también a nosotros mismos, una vida que requiere una protección jurídica especial para ella, pero no igual a la nuestra.
José Vieyra,
ResponderEliminarSu argumento contra la filosofía de Zubiri ("...son simples constructos teóricos para hacer pasar por racionales los verdaderos compromisos, a saber, los religiosos.") es poco convincente. No sabemos si hay una psique pasiva: puede que la haya y puede que no ¿Podemos arriesgarnos a legislar sin entender con qué estamos tratando?
Tampoco creo que el dar la categoría de vida humana a un embrión sea suficiente para negar el derecho al aborto. Así cómo existen leyes de defensa de propiedad privada, deberían haber más leyes de defensa al cuerpo humano, el objeto más privado posible. En embarazos no deseados, el aborto provee a la mujer una forma de defenderse ante, cualquiera de las dos posibles opciones, un invasor humano o un parásito.
-AHVM
Considero que el argumento citado no es el más importante, aunque no hay porque despreciarlo, pues es importante señalar los compromisos e intereses personales, en este caso de fe, que llevan a argumentar de manera idéntica a los mismos. Por otra parte, eso es precisamente la cuestión, creo que es sencillo saber que no hay psique pasiva, pues un organismo como lo es el embrión, no posee estructura cerebral, condición material necesaria para una psique, me parece imposible sostener que la psique no tiene su apoyo en él, aunque no sea reducida al mismo. Decir que la hay pero no tenemos la capacidad de comprobarlo, es igual de válido que decir que no la hay pero no tenemos capacidad de comprobarlo, es decir, son argumentos vacíos.
ResponderEliminarGracias por comentar.
Niego la mayor: el derecho a la vida no tiene porque ser fundamento de toda ética. Complica mucho las cosas centrar el debate en derechos, creo que es mejor hacerlo en el sufrimiento como hace el utilitarismo, y tratar de reducir al máximo el sufrimiento producido. Así el ser humano, puede merecer mayor consideración desde un punto de vista moral si se puede demostrar que es susceptible de mayor sufrimiento, y ahí entran en juego las ciencias biológicas. Habrá una gradación entre la capacidad de sufrir de los seres vivos dependiendo de la complejidad de su sistema nervioso. En los animales superiores el sufrimiento va más allá del dolor físico, y todavía más allá en los seres dotados de autoconciencia. Teniendo esto en cuenta, las decisiones sobre el aborto deben tener en cuenta el sufrimiento de la madre en mayor consideración que el del feto.
ResponderEliminarIsrael:
EliminarMe refiero a derecho no desde un punto de vista iusnaturalista, sino que como un elemento mínimo necesario para la convivencia mejor de una sociedad. Considero que esto es lo que han acordado la mayor parte de los Estados de derecho moderno.
Por otra parte, si no es la vida el derecho máximo a velar por él ¿qué sentido tendría proteger, evitar o reducir el sufrimiento, cuando es éste el que se da durante ella?
Gracias por comentar.
Saludos
El sufrimiento es un mal en sí mismo, por eso tiene sentido evitarlo y reducirlo. Y precisamente porque se da durante la vida, poner fin a la vida puede ser en algunos casos la única forma de evitar el sufrimiento. Anteponer el derecho a la vida puede suponer condenar a otros seres a un sufrimiento inútil.
ResponderEliminarEl sufrimiento es un mal en sí mismo, por eso tiene sentido evitarlo y reducirlo. Y precisamente porque se da durante la vida, poner fin a la vida puede ser en algunos casos la única forma de evitar el sufrimiento.
El problema que yo encuentro en tu argumentación, es que partes de la superioridad de la vida humana respecto al resto de vidas sin justificarla. Dices "...encontraríamos entonces imposible argumentar el porqué podemos matar animales pero no humanos,..." Das por hecho que podemos matar animales y plantas por el simple hecho de ser distintos.
EliminarEntiendo tu postura al respecto del sufrimiento, pero qué sucede cuando hablamos del aborto voluntario, es decir, en muchos casos no hay sufrimiento de la madre, simplemente no desea serlo. Qué nos da derecho a llevar a la práctica el aborto, ¿que el feto no sufre aún? Esta es la respuesta común, asumo que lo compartes.
En cuanto a la superioridad del humano, he dicho que se es superior por el alma (psique), y sí, es un "especismo" como diría Singer. No estoy de acuerdo con él de brindar mismos derechos a otros animales que manifiestan cierto grado de conciencia.
Saludos
Persona es el único ser superior a su especie. El concepto de persona sitúa al indivoduo de una raza (a cualquier individuo) por encima del colectivo. Esa es la grandeza del ser humano, lo que nos distingue de los demás seres vivos.
ResponderEliminarAnónimo:
EliminarEl personalismo no lo comparto, entre otras cosas, porque creo que es sumamente interesante, pero para fundamentar dogmas religiosos haciéndolo pasar por filosofía. En realidad sus fundamentos, si estamos atentos, son idénticos a los cristianos, brindan dignidad al hombre por la unión de "alma" y cuerpo, sin embargo no aceptan su separación salvo en la muerte del organismo.
Si la dignidad del ser humano no se basa en su consideración de persona (ciertamente enraizada en el concepto cristiano de persona) entonces podemos ponerlo en cualquier constructo que quiera la sociedad o la mayoría, al arbitrio de cualquier postulado. Como por ejemplo propone Peter Singer, quien partiendo de impecables premisas liberales, argumenta que es más cruel matar a un cerdo adulto que es capaz de aterrorizarse frente al inminente sacrificio que a un recién nacido que no se entera de nada. No sé, es cuestión de gustos, pero prefiero vivir en una sociedad personalista a una en que el vegetarianismo fuese obligatorio y el infanticio optativo.
EliminarAnónimo:
EliminarCiertamente estamos en el plano del consenso. Como dije en otro comentario, no estoy de acuerdo en todas las premisas de Singer, sin embargo, tampoco me parece adecuado simplificarlo a tal nivel, lo que pone de manifiesto es que -al menos-, es igual de cruel matar a otros animales que sufren y tienen cierto grado de conciencia, pero si se mueve en el liberalismo, nunca impondría el vegeterianismo, ya que precisamente iría en contra de dicha propuesta liberal. Lo cierto es que desde su perspectiva, no hay mucho conflicto con matar embriones, ya que no sufren y no tienen conciencia, en esto estoy de acuerdo.
Si la opción fuera una sociedad personalista o una totalitaria, ciertamente sabemos la respuesta.
Saludos