jueves, 2 de julio de 2015

¿Y si prestamos atención?





"Si una persona, por motivos temperamentales,
necesita actuar, aconsejar, entrometerse,
provocar los cambios que considera beneficiosos[...],
esta persona no debe salirse del dominio de su especialidad"
D. Winnicott



Cada vez me ha resultado más frecuente escuchar ciertos "diagnósticos psicológicos" provenientes de profesionistas ajenos a la salud mental, ya sean médicos, pediatras, profesores, trabajadores sociales, e incluso embusteros sin escrúpulos, como quienes se dedican a leer el tarot, el café o cuanta cosa les venga en gana leer. Si bien, me parece algo alarmante la popularización de ciertos términos (no sólo psicológicos, sino psiquiátricos e incluso psicoanalíticos), lo que me parece aún más inquietante es que no logren escuchar en ocasiones la razón que puedan llevar sus palabras.

No hace mucho tiempo, supe de cómo desestimaba una maestra un trastorno de autolesión (denominado comúnmente como  "cutting" o " self-injurious behavior") que sufría su alumna de 15 años. Aun cuando aceptaba que la adolescente se infringía autolesiones cortándose con una navaja la parte interior de sus muslos, ella sostenía que en realidad "no tenía nada" y que lo único que le pasaba era que "quería llamar la atención". Su criterio para ignorar la conducta de su alumna, era su propia experiencia profesional como maestra, que implicaba más de dos décadas frente a grupo de adolescentes, por lo cual, se autorizaba a sí misma a discernir sobre problemas psicológicos "reales" de aquellos "falsos".

Si bien es probable que no categorizar en cierta patología la conducta de su alumna, ayuda a no crear estereotipos en un momento de la vida en que los sujetos buscamos referentes a los cuales ampararnos y desde ahí abrevar una identidad más o menos estable. No es menos cierto que obviar una conducta dañina para la propia persona es sumamente cuestionable. Basarse únicamente en conocimientos cotidianos de la experiencia docente recabada en décadas, sin tomar en cuenta la profesión y pericia de quienes en los últimos años se han involucrado en el ámbito educativo, considerando el campo de la salud mental, es suponer que los propios conocimientos son suficientes para satisfacer las necesidades del otro, que dicho sea de paso, siempre estará insatisfecho.

Ahora bien, como mencioné anteriormente, lo que realmente me preocupa es que no se logre escuchar el acierto que podría llevar el propio error. En la desestimación, la maestra dice que "sólo quiere llamar la atención", ¡eso es!, ¡la alumna puede ser que lo haga queriendo llamar la atención!, sin embargo, incluso en algo tan delicado y grave como un corte sobre la piel, no logra ser tomada en cuenta por la maestra, quien en el ámbito escolar ocupa el lugar de autoridad y saber. Pensemos a qué nivel tiene que llegar un sujeto que para ser vista por el Otro requiere hacerse daño a nivel físico, y que, aún así, se le ignore.

Algo similar podríamos pensar con el diagnóstico de "trastorno por déficit de atención", si lo tomamos al pie de la letra, lo que nos indica es que se está trastornado por tener poca atención. Quizá esos niños a quienes medicalizamos y diagnosticamos bajo las siglas TDA, lo que les pasa es justamente que no tienen la atención suficiente, ¡pero de los padres!, y cuando llegan a la escuela, hacen todo lo posible por llamarla, sin embargo, somos tan ciegos que lo único que vemos es un trastorno, continuando así la cadena de ignorantes.

Prestemos atención, que muchas veces es lo que se quiere y manifiesta bajo conductas tipificadas como dañinas o inadaptadas.