domingo, 20 de junio de 2010

Educación enajenante



por José Vieyra Rodríguez



¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?
Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir,

no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma,
sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado […]
En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo
en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece;
en que cuando está en él no se pertenece a si mismo, sino a otro.

Karl Marx. Manuscritos económicos y filosóficos


La educación suele ser un tema recurrente cuando del avance de un país se habla. Carlos Fuentes en su libro Por un progreso incluyente (Institutos de Estudios Superiores y Sindicales de América. 1997) considera que la educación es la prioridad para un país como el nuestro, incluso llega a pensar a la carencia educativa a nivel general como una posibilidad de disputa: “una política de exclusiones educativas nos llevaría a una explosión social sin precedentes, o a una represión del tamaño mismo de la explosión” (p.p.57). Por supuesto, hablar de una educación incluyente es políticamente bien recibido, tanto, que quienes han ocupado los cargos gubernamentales han sabido ganarse adeptos a partir de un movimiento ingenioso: el apoyo a la educación, ya sea para la creación de nuevas escuelas como para el fortalecimiento de las mismas. Aquí, lo interesante es revisar qué tipos de apoyo otorga el gobierno, y específicamente qué escuelas y cuáles carreras se están creando para brindar esa “educación incluyente” de la que habla Fuentes.

Comúnmente se piensa en la educación como una vía de progreso, un bien intrínseco para el ser humano, pues sea cual sea el estudio que se realice el conocimiento no puede ser demeritado. No obstante, ha devenido la educación como un medio de control y coacción de libertad, ya no digamos por que solamente algunos pueden acceder o no a ciertos niveles educativos como el superior, sino porque la misma oferta educativa ha sido creada y mantenida para generar tan sólo lo estrictamente necesario para el Amo en turno.

Podemos ver claramente lo antedicho al voltear a revisar la creación de escuelas técnicas en nuestro país. Dichas escuelas surgieron principalmente en el gobierno de López Portillo (1976 – 1982), durante este sexenio se crearon escuelas como la Universidad Pedagógica Nacional, el Colegio Nacional de Educación Profesional Ténica CONALEP y el Centro de Bachillerato Tecnológico. Además se impulsaron los Institutos Tecnológicos Regionales.

A primera vista la creación de escuelas que brindan posibilidades de empleo inmediatamente después de terminado el estudio parece ser un gran logro, pues es precisamente una posibilidad que se puede otorgar gracias modelo capitalista que recién estaba tomando nuestra nación (menos de cincuenta años), pero también es importante recordar que fue durante este sexenio en el cual el mismo modelo capitalista nos brindó un fuerte ascenso económico con el Boom petrolero y a la vez nos sumergió en una de las crisis más fuertes de la historia de México contemporáneo tras la caída del precio del petróleo y la devaluación de la moneda.

Aun cuando lejos están esos años presidencialistas, ciertas políticas, en especial las educativas, siguen llevándose a cabo exactamente de la misma forma. Hoy se continúa impulsando la educación con la creación de más y más escuelas técnicas que cubran la gran demanda de puestos laborales que requieren las empresas transnacionales.

Un ejemplo claro en nuestra localidad lo tenemos en las escuelas CONALEP a nivel bachillerato técnico, y la Universidad Tecnológica UTE en el nivel superior. Ambas escuelas si bien son de carácter descentralizado del gobierno federal o local, se mantienen directamente de los presupuestos otorgados por dichos gobiernos.

Estas escuelas gritan ostentosamente un absurdo total, pero quizá por lo evidente y superficial (que está en la superficie), pasa demasiado desapercibido. Pues los discursos oficiales de estas instituciones educativas son claramente al servicio del empresario, no del gobierno, ya no digamos de la sociedad en que se instauran y mucho menos del crecimiento real del sujeto educado, ostentan un discurso que a todas luces está al servicio (como diría Marx) del capitalista. Y es que haría falta ser ciego para no darse cuenta que las escuelas técnicas –e impulsadas por el gobierno– ofrecen las carreras que el empresario pide, en el portal de la UTE encontramos que esta escuela nace “como respuesta a la demanda de Técnicos Superiores Universitarios, por parte de las industrias y empresas de la microregión de Apodaca, Escobedo, San Nicolás de los Garza y el norte de Nuevo León”.

Apenas unos días atrás tuve la oportunidad de visitar la UTE Gral. Mariano Escobedo, ahí a los aspirantes se les muestra la escuela como una verdadera opción educativa de vanguardia, en la que según dicen, están las últimas carreras y la demanda laboral es alta. Incluso llegué a escuchar la declaración de uno de los directivos de dicha institución diciendo: “nuestras carreras son las que tienen más demanda laboral, de hecho si en algún momento cae la demanda laboral, nosotros cambiamos la carrera y ponemos otra que sea necesaria”. Más claro no puede expresarse, lo que nos dice es “no me interesa la educación que yo brindo, sino la demanda de lo que yo produzco”. Así, las escuelas dejan de ser un lugar en el que se cultiva al individuo para saltar a ser un lugar de pasaje previo antes ser sofocados por el trabajo, que dicho sea de paso, se obtiene desde que se está estudiando ¡y esto lo hacen ver como un logro!

En otras palabras, las escuelas son lugares de alienación temprana, a donde son llevados los sujetos a “educarse” con base a normas estrictas de calidad, tras las cuales se garantiza su óptimo funcionamiento en un futuro, borrando y socavando toda posibilidad de elección, pues los estudios son brindados en base a las necesidades de los capitalistas, los cuales exigen al gobierno una cantidad determinada de sujetos capaces de trabajar para ellos bajo ciertas particularidades, por su parte, el gobierno accede a la demanda del capitalista y crea estas escuelas a bajo costo que cubrirán la demanda laboral, de todo ello beneficiándose únicamente los capitalistas, obteniendo mano de obra capaz de trabajar para ellos y generarles más riquezas, y no sólo eso, sino que además los trabajadores les agradecerán haberles dado la oportunidad de “trabajo”. ¡Cómica ironía! Pues los trabajadores han perdido su vida, primero estudiando una carrera que es impuesta por el medio externo laboral, y después trabajando en dicha carrera el resto de sus vidas sin poder alcanzar siquiera un verdadero nivel de vida con las mínimas características necesarias para poder cultivar su capacidad racional y darse cuenta del círculo vicioso del que forman parte, sin embargo, la realidad es que están contentos con su título de ingenieros y los trabajos estables que dictan la rutina de los próximos cuarenta años, en los cuales estarán tan ocupados que no podrán pensar en nada, ya que “a los ocupados no les queda tiempo para mirar hacia atrás; y cuando lo tienen les es desagradable el recuerdo de algo de lo que se arrepienten… [y a la vuelta de la vida] viejos decrépitos mendigan con ruegos las concesiones de unos cuantos años… dicen a gritos que han sido unos necios por no haber vivido y que, si llegasen a escapar de la enfermedad, llevarían una vida entregada al ocio” (Los demasiado ocupados. Séneca), es decir, una vida que no la hayan vivido como ajena, pero ¿cómo pedir no haberlo hecho, si la propia educación se dirige precisamente a la enajenación? ¿Cómo escapar de esto si nuestra educación es una educación para la alienación?