miércoles, 3 de marzo de 2010



La docta ignorancia
La influencia de Nicolás de Cusa en Jacques Lacan







por José Vieyra Rodríguez


Ningún hombre, por más estudioso que sea,
le sobrevendrá nada más perfecto en la doctrina
que saberse doctísimo en la ignorancia
Nicolás de Cusa


I. Comprensión e ignorancia en Lacan



Jacques Lacan, dentro de su gran renovación del psicoanálisis, otorga una posición privilegiada a la ignorancia, especialmente al vincularla de forma positiva con el saber. Para Lacan, el saber es del orden simbólico, pues “el saber es únicamente la articulación de los significantes en el universo simbólico del sujeto”[1].

Lo anterior tiene implicaciones prácticas para la cura analítica, pues Lacan plantea que el objetivo del análisis es el saber, pero ese saber es del sujeto: es el saber inconsciente. Así pues, para llegar a dicho saber el medio es el método psicoanalítico de la asociación libre, lo que le lleva a plantear el problema de la interpretación, pues Lacan critica a sus colegas que hacen de la interpretación una herramienta para enseñar al sujeto un saber previo que proviene del analista (pongamos, por ejemplo, una interpretación onírica basada en simbolismos universales [paraguas = pene, caca = dinero]), ya que al interpretar desde un conocimiento previo se impone un saber el cual no es del sujeto. De hecho, la crítica que hace Lacan a la interpretación clásica en la cual al paciente se le muestra una verdad basada en una teoría, es que dicha interpretación se originó en el saber del analista y no en la propia experiencia analítica, dicha interpretación es generada por la comprensión que lleva a cabo el analista. “Comprendemos siempre demasiado, particularmente en el análisis”[2], lo cual genera un peligro, por eso argumentaba: “es mucho mejor que ustedes no comprendan nada, que los llevará al lugar correcto”[3].

En repetidas ocasiones regresó sobre el mismo tema, especialmente al abordar la técnica de la interpretación, pues incluso declaró a sus supervisados “cuiden, sobre todo, de no comprender al enfermo, nada los pierde tanto. El enfermo dice una cosa que no tiene pie ni cabeza, y –me dicen– pues bien, comprendí que quería decir tal cosa. O sea que en nombre de la inteligencia simplemente hay elusión de aquello que debe detenernos, y que no es comprensible”[4].

Hay algo que no es comprensible pero que aun así se plantea como posible de ser comprendido, la vía para lograrlo, según el mismo Lacan, es la docta ignorancia. Término que recoge de Nicolás de Cusa.

En 1971 menciona: “un cierto cardenal llamaba "docta ignorancia" al saber más elevado. Era Nicolás de Cusa, para recordarlo de paso. De modo que la correlación de la ignorancia y del saber es algo de lo que debemos partir esencialmente y ver que después de todo, si la ignorancia, como tal, a partir de un cierto momento, en una cierta zona, lleva al saber a su nivel más bajo, no es culpa de la ignorancia, es más bien lo contrario”[5].


II. El pensamiento de Nicolás de Cusa

Nicolás Chryeps fue un teólogo oriundo de Cües –latinizado Cusa–, nació en 1401 y falleció en 1464.

Aun cuando su tiempo no corresponde ya al de los grandes filósofos escolásticos, algunos estudiosos lo siguen colocando como un filósofo medieval, mientras otros como renacentista, lo cierto es que su interés está centrado en la comprensión de dios por medio de la razón, pero en tanto que su solución es negativa, al negar dicha comprensión, lo consideran ya fuera de los escolásticos, pues por el contrario a los pensadores clásicos de este período, su pensamiento gira en torno a la imposibilidad de conocer a dios.

Según Nicolás de Cusa, dios sólo es susceptible de ser conocido por él mismo, pues “¿de qué forma se puede aprehender la verdad si no es por sí misma? [...] no es posible encontrar la verdad fuera de la verdad”[6]. De esta manera, su pensamiento dista del entendimiento del Medievo en que buscaban comprender o comprobar la existencia de dios, por el contrario, Cusa sostiene que nuestra capacidad para elucidar este problema es corta, y nos invita a declararnos ignorantes, por lo cual su pensamiento se aleja del de los medievales, de hecho Cusa vuelve a cubrir a dios con un velo, lo esconde y lo deja alejado de todo posible acercamiento a nuestra razón.

Su obra capital, en la cual despliega su doctrina mencionada con anterioridad, la escribió en 1440 con el nombre de Docta Ignorantia. A partir de este momento, seguirá escribiendo algunos otros panfletos y pequeños diálogos, pero todos estarán marcados por el pensamiento de esta obra que no fue del todo bien recibida. De hecho, en 1449 se vio obligado a escribir una pequeña obra que lleva por nombre Apologia doctae ignorantiae, esto con el fin de aclarar algunas controversias que se habían suscitado a partir de su libro sobre esta postura.

Exponiendo de manera escueta su pensamiento, apuntaremos que para Cusa, la verdad está fuera del razonamiento del ser humano, de hecho, es por medio del entendimiento que tan sólo podemos llegar a saber que ignoramos, pues la verdad absoluta es imposible de aprehender. Es por ello, que todo conocimiento que alcanzamos, es tan sólo aparente, pues se da por medio de comparación y semejanza, nunca por sí mismo, Cusa nos dice “rindo culto a dios que es la misma verdad inefable. La verdad que dios es para otro es incomunicable”[7]. Así es como declara que la única vía para acceder a la verdad es precisamente declararnos ignorantes, dicha declaración, no obstante, no es mentira, pues nos dice que al escribir de “Como el saber es ignorar, no afirma con ello que el saber sea ignorar […] sino que uno sabe que ignora”[8], es decir, hay algo que se sabe, al menos: nuestra ignorancia.

Es precisamente, debido a que sabemos que ignoramos, como podemos conocer que hay algo más. A esto que está fuera de nuestras posibilidades le llama dios, y reconoce que se le adora precisamente porque se le ignora, pues a lo que se conoce no se adora por su propia cualidad de conocido, como lo vemos en el siguiente diálogo:

Gentil. ¿Y cómo con tanta seriedad adoras a lo que ignoras?
Cristiano
. Porque lo ignoro, lo adoro[9]


Concluyamos que precisamente el hecho de no poder obtener la verdad absoluta (tampoco parcial, pues lo infinito no es susceptible de ser recortado en partes finitas [10]), llega a una doctrina epistemológica escéptica ya que declara “todo el que cree que sabe algo, cuando en realidad no puede saberse nada, me parece demente o insensato”[11].


III. El vínculo entre Cusa y Lacan

Aun cuando ambos autores parecen distanciarse por su interés, realmente llegan a estar unidos estrechamente en su teoría epistemológica del mundo, pues ambos se colocan en un lugar de ignorantes, el cuál, según estos autores, es el mejor posible y el único que puede posibilitar el acceso a una verdad, que aun así, sigue siendo construida y falsa.

Tanto en Cusa, como posteriormente en Lacan, se manifiesta un escepticismo acerca del conocimiento de la verdad, pues Cusa piensa abiertamente que “nada se puede saber”, lo que Lacan reafirma en muchas ocasiones, pues el análisis lacaniano parte del hecho de un saber particular y nunca susceptible de ser aprehendido de forma absoluta.

Para Lacan es necesario ignorar y saber que todo conocimiento es solamente apariencia de algo que no es verdad, tan solo una construcción, pero dicha construcción es sólo posible de ser pensada por sí misma, he ahí la imposibilidad de comprender. En Cusa “nosotros no conocemos, sino que dios se conoce a sí mismo"[12], mientras que en Lacan el analista no conoce, sino el propio sujeto a sí mismo.

En cuanto a la verdad, Lacan nos dice:

está claro que la palabra sólo comienza con el paso de la finta [del gesto] al orden del significante, y que el significante exige otro lugar –el lugar del Otro, el Otro testigo, el testigo Otro distinto de cualquier participante– para que la Palabra que soporta pueda mentir, es decir, plantearse como Verdad. De este modo, es de otra parte –no de la Realidad a la que concierne– de donde la Verdad extrae su garantía: de la Palabra. Y de esta, además, recibe esa marca que la instituye en una estructura de ficción”[13].

La diferencia estriba en este punto en que Lacan no considera que exista una verdad previa y absoluta, mientras Cusa siguiendo la escuela teológica, apunta que dicha verdad es dios, aun cuando acepta que es inaprehensible, inefable y contradictoria: es la máxima igualdad que sólo se iguala a sí misma.

En conclusión, así exista o no la verdad única y absoluta, para ambos autores es imposible de captar, si no es por medio de una declaración consciente de ignorancia.

En Lacan, dicha ignorancia conducirá y posibilitará la verdad (particular) en el proceso de la cura, pues “en otros términos, la posición del analista debe ser la de una docta ignorantia, que no quiere decir sabia, sino formal y que puede ser formadora para el sujeto” [14].

En Cusa, la ignorancia también conducirá y posibilitará el encuentro con la verdad, pero esta verdad es única, absoluta e imposible de comprender, en tanto que es el mismo dios.

Si habría que elegir una unión enunciativa en ambos autores, podría ser la escrita en 1440 en La Docta Ignorancia: “deseamos verdaderamente saber que somos ignorantes” [15].

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[1] Evans, D. Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano. Paidós. Argentina. 2005. P.p. 171
[2] Lacan, J. Seminario 2. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Clase 9. Juego de escrituras. 2 de Febrero de 1955. Ed. Paidós. 2009.
[3] Lacan, J. Seminario 5, Las formaciones del inconsciente. Clase 11. 29 de Enero de 1958. Ed.
Paidós. 2009.
[4] Lacan, J. Seminario 2. Op. Cit.. Clase 7. El circuito. 19 de Enero de 1955
[5] Lacan, J. Seminario 19. O peor. Clase 1. Del 4 de noviembre de 1971. Inédito. Versión electrónica.
[6] Cusa, N. De dios escondido. Ed. Aguilar. España. 1980. p.p. 35
[7] Ibidem, p.p. 39
[8] Cusa, N. Apología de la docta ignorancia en Los filósofos medievales. Ed. BAC España. p.p. 1139
[9] Cusa, N. De dios escondido. Op. Cit. p.p. 33
[10] Cusa, N. Docta ignorancia. Ed. Aguilar. España. 1978. p.p. 31
[11] Ibidem, p.p. 34
[12] Cusa, N. De la búsqueda de dios. Ed. Aguilar. España. 1980. p.p. 62
[13] Lacan, J. Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en Escritos. Ed. Siglo XXI. México. 2002
[14] Lacan, J. Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud. Clase 22. El concepto de análisis. 7 de julio
de 1954. Ed. Paidós. 2002.
[15] Cusa, N. La docta ignorancia. Op. Cit. p.p. 26