lunes, 31 de enero de 2011

De la psicología de la tekné al psicoanálisis de la poiesis


por José Vieyra Rodríguez



La terapia analítica, no quiere agregar ni introducir nada nuevo,
sino restar, retirar, y con ese fin se preocupa por la génesis de los síntomas
S. Freud




En nuestra sociedad la psicología se ha convertido en una tekné (arte, habilidad, técnica,), su práctica se juzga en función del saber hacer y su utilidad, en otros términos el psicólogo es valorado socialmente por su función pragmática y utilitarista.

De esta manera, es común escuchar como una posibilidad de solución a diversos malestares humanos –como lo son la soledad, la depresión, el duelo, los temores, las ideas recurrentes, etc.– acudir a una terapia psicológica. Así mismo, por su teleología utilitaria, se considera que el fin de una terapia se alcanza al momento que la demanda del paciente ha sido satisfecha, por ejemplo, la superación de una tristeza por una ruptura sentimental. Y aunque este sería uno de los criterios comunes para dar por terminado un tratamiento, la realidad es que la mayoría de las veces los pacientes abandonan el mismo antes de que el psicólogo considere resuelto el problema y se le comunique la posibilidad de finalizar las sesiones. Lo anterior no debe ser signo de alarma para el terapeuta bien informado, pues el dejar de asistir a sus sesiones puede ser incluso un síntoma del propio malestar que le aqueja.

Ejemplifiquemos: un matrimonio comienza a tener problemas y piensan en la separación como posibilidad, inmediatamente arriban los “bienintencionados” que intentan salvar esa familia, entre las opciones que se hablan es común escuchar el acudir a una terapia de pareja. El supuesto inicial es que tras una terapia de esta índole, la pareja aprenderá a amarse nuevamente, mejorará la comunicación y evitarán de esta manera dar un paso equivocado, como lo es divorcio. Aún cuando ambos integrantes de la pareja acudan con esta idea, la mayor de las veces el matrimonio se disuelve. En México el índice de divorcio se incrementa año tras año, en el año 2007 se registraron a nivel nacional 77,255 divorcios, mientras que en el siguiente año ascendió a 81,851.

Supongamos, pues, que la pareja acude y aún así el desenlace es la disolución del matrimonio, caerá sobre los hombros del psicólogo su quehacer errático en el caso, el psicólogo ha fallado para satisfacer la demanda explícita, en otros términos, ha fracasado. Este juicio no es en vano, si su oficio se basa en una tekné que si bien parece sustentarse en un aspecto teórico, busca la obtención de ciertos resultados específicos, en este caso entonces dicha técnica fracasó.

Por otro lado tenemos al psicoanálisis como posibilidad de tratamiento, en dicho suceso (todo psicoanálisis es un suceso, un encuentro irrepetible) las posibilidades que se presentan son inconmensurablemente mayores que las de la terapia psicológica, pues mientras en ella se plantea el objetivo de mantener a la pareja unida, en el psicoanálisis no hay objetivo per se. Así, el psicoanálisis está más cercano la poiesis como creación, como emergencia de algo nuevo, nacimiento. Por ello, una posibilidad en dicho tratamiento es el salvaguardar el matrimonio, pero también la disolución, y no sólo estos dos, sino todas aquellas “salidas” y caminos que los analizantes creen (con su intencional juego de palabras) para sobrellevar dicha relación. En última instancia, el divorcio bien puede suceder y no por esto ser un fracaso, pues puede ser la forma que han encontrado para continuar, en última instancia, el aceptar el divorcio bien puede ser un fin de análisis.

El psicoanálisis no pretende satisfacer demandas, sino abrir caminos de acción, por ello más allá de ser una técnica de intervención orientada a un cierto fin, es una forma de creación con infinidad de posibilidades, todas aquellas que los sujetos participantes construyan. Sorprenderá lo confortante que es la mayoría de las veces llegar a un lugar en el cual el objetivo se plantea una vez cumplido (en retrospectiva) y no sustentado en prácticas sociales, en otros términos: en la moral dominante. Así en última instancia el psicoanálisis tiene utilidades bastante concretas, quizá el problema es que no se plantea desde allí de antemano, pues ellas llegarán en el proceso y no en sus fines primarios.