lunes, 3 de agosto de 2009

¡Escuchad psicólogos, que Nietzsche os habla!


por José Vieyra Rodríguez


La ociosidad es la madre de toda psicología. ¡Vaya!
¿Será entonces la psicología un vicio?

F. Nietzsche
Cómo se filosofa a martillazos
1º aforismo, Máximas y dardos


Es bien sabido que la psicología es una disciplina que se desprendió de la filosofía, de hecho quizá es una las últimas ciencias que reclamó un lugar propio un poco alejado de la filosofía, esto se dio apenas en el siglo XIX.

Los primeros tratados de psicología experimental apenas aparecían a finales de la década de los setentas del siglo antepasado, mientras, Freud se acercaba con cautela a las primeras seducciones de la histeria, aquella que nunca lo soltaría, a la par de esto, un filósofo martillaba al pensamiento universal haciendo resonar desde los griegos hasta su mismo tiempo contemporáneo, Friederich Nietzsche escribía en 1888 “El ocaso de los ídolos” o “Cómo se filosofa a martillazos”.

Este libro, escrito ya en la madurez del pensamiento nietzscheano, hace múltiples referencias a la psicología, sin embargo, es interesante revisar que no nombra a los “psicólogos oficiales” del siglo XIX que nosotros conocemos (Fechner, Helmholtz, Wundt, Titchener, Charcot, Breuer, entre muchos otros) sino a Schopenhauer o Dostoievski, incluso afirmando de éste último “es el único psicólogo, dicho sea de paso, que me ha enseñado algo” (Cómo se filosofa a martillazos, 2004, p.p.135).

Resalta, por obviedad histórica, que la psicología no se había constituido oficialmente, y quizá esto es lo que más favorecía a que filósofos pudieran cargar sin ningún problema este título, que por supuesto no tenían porque perderlo a la llegada del siglo XX, aunque así fue, y hoy por hoy los psicólogos son aquellos formados bajo la tutela de la Universidad y que tras unos años asistiendo a las aulas de clases, se les denomina psicólogos, aun cuando nunca hagan psicología, quizá a lo sumo, juicios morales.

Nietzsche no pasaba por alto lo que se vislumbraba desde ese momento, la popularización de la educación superior, generando con ello un gran número de egresados mediocres en nombre del derecho al estudio, declarando “todas nuestras escuelas superiores están organizadas para la mediocridad más equívoca en su profesorado, en sus planes de estudio, en los objetivos de su enseñanza” (Ibid, p.p.80).

Por supuesto, esto nos ha llegado y con creces, pues en la actualidad son miles los egresados de las carreras de psicología, ahora incluso ostentando un ridículo nombre de “educación superior basada en competencias”. Y como nos dice el filósofo irracionalista, ¿cómo esperar que a los veintitrés años se sepa qué profesión desempeñar el resto de la vida?, si “el hombre que pertenece a un tipo superior no le gustan las “profesiones”, precisamente porque sabe que tiene una vocación” (Ibid, p.p.80). Esto respalda la postura del filósofo alemán, pues no habla él de profesiones, sino de vocaciones, por eso, un literato como Dostoievski, es un psicólogo, este argumento lo sigue cabalmente Freud, quien constantemente tomó a los artistas como maestros, pues ellos siempre estaban un paso delante de él. Siguiendo esta argumentación, deberíamos pensar actualmente que psicólogo no es quien egresa de una facultad de psicología, sino quien hace psicología, razonamiento que ya nos había enseñado Aristóteles; el ser es en acto [“el acto es el existir de la cosa” (Metafísica, IX; 6)], nunca en potencia (δυναμισ), lo que está en potencia no es, pues significa que es sólo una facultad de ser. En nuestro caso, se es psicólogo haciendo psicología, no quien podría hacer psicología (aun con un título).

Uno de los grandes problemas de la psicología académica actual, es que en su afán de posicionarse alejada de toda posible confusión con su madre (la filosofía), ha terminado por quedar huérfana total, pues las ciencias naturales no la reclaman y entre las sociales no se saben amparar. Así, la psicología se autoremite constantemente entre sí, sin poder salir de su apestosa cueva que creó como refugio. Por lo que cuando llega la filosofía y cuestiona sus fundamentos, queda en evidencia lo endeble de su estructura, pero a los psicólogos tiene tiempo que no les importa voltear a ver el suelo sobre el que están parados, ¡gracias al cielo que no se han dado cuenta que es una cuerda floja!

En nuestra localidad (Monterrey, Nuevo León), la separación de la carrera de psicología, que se dio de la Facultad de Filosofía y Letras hacia el área médica y su independencia como Facultad de Psicología, no es únicamente física ni simbólica, sino cargada de política y visiones contrapuestas a la filosófica, por lo que el hecho de que la Facultad de psicología esté en el área de la salud, demuestra evidentemente el precio que tuvo que pagar por la independencia, venderse como ciencia a favor de la salud y a cambio perder toda carga social y subversiva del pensamiento, terminar por ser una ciencia moral.

Es así, como llegamos al punto a tratar, lo que Nietzsche tiene que decirnos a los psicólogos, que aunque lo escribió hace más de ciento veinte años, se vuelca hoy más actual (en acto) que antes, pues al cuestionar a los psicólogos el porqué estudiar al hombre, el filósofo alemán nos avienta respuestas nada alejadas de una posible verdad, pues nos llama políticos, nos pregunta si acaso estudiamos al hombre para sacar ventaja de él, o peor aun, “para tener derecho a mirarlos desde arriba, no confundirse con ellos, [ser] ese impersonal que desprecia a los hombres” (Ibid, p.p.99). Pero momento, acaso no es esto lo que se nos enseña en las facultades; tomar el lugar del saber y de la salud, poder ejercer juicios de valor acerca de los pensamientos de las personas que acuden a nosotros y evaluar como “pensamiento erróneo” o acaso inadecuado a esa idea que se impone desde los adentros de los sufrientes que están frente a nosotros. La casuística de los psicólogos, como lo llama Nietzsche, efectivamente está encaminada a poder ver a los demás hombres desde un lugar supuestamente superior, sin mezclarse o perderse entre ellos y sus penas humanas.

El quehacer del psicólogo no es cuestionado ya en las propias aulas de formación, se limita a enseñar filosofía de la ciencia con Bunge y Popper a la cabeza de los intelectuales que se deben venerar, mientras tanto, una pregunta simple, como el fundamento moral de nuestro actuar social es socavada y tomada como fuera de lugar, pues sabemos a priori lo bueno y lo malo, la enfermedad y la salud.

La filosofía está fuera de la psicología, y viceversa, mas no sólo en los libros, los espacios físicos y las aulas de clases, sino incluso en su mismo modo de operar, que aunque siempre habrá quién opte por intentar conciliarlas, es nuestro labor recuperar el lazo y vincularlas de nuevo, pues la una y la otra caminaron y crecieron por siglos juntas, y hace apenas dos que se han divorciado, y aun estamos a tiempo de mostrar que su divorcio debiera ser por bienes mancomunados.

4 comentarios:

  1. Vaya de entrada es chistoso que uses lexico aritotelico para hablar de Nietzsche.

    en segundo lugar no entiendo cual sea tu problema con eso de la salud, usando tus fuentes, ¿no es la salud el problema de la piscologia? segun Nietzsche, para el cual la preocupacion por la salud es el lazo entre la psicologia y la filosofia, (Gaya Ciencia Prologo)

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  2. Bueno, quizá puede pasar como algo chistoso, como tú lo mencionas, aunque en verdad no veo yo mayor problema en la combinación, al menos en este escrito, puesto que no sigo totalmente la filosofía de Nietzsche, de hecho parte del libro "El ocaso de los ídolos" no estoy de acuerdo con él, es decir, no me declaro nietzscheano, solamente invito a su lectura y a intentar responder los cuestionamientos que hace.

    En cuanto a la salud y la psicología, intento poner sobre la mesa una vez más lo que Nietzsche plantea, para intentar responder o al menos preguntárnoslo, quizá no está del todo claro, pero no estoy totalemente de acuerdo con Nietzsche en su postura, simplemente creo que aquellas personas que se hacen llamar psicólogos, deberían prestar oidos una vez a lo que este filósofo dijo hace tiempo, quizá nos puede ayudar en la formación como psícólogos.

    Por cierto que con respecto a la salud, yo todavía me pregunto cuál es la salud con la que trabajan los psicólogos, ¿la salud mental? ¿y qué es eso? ¿la mente puede enfermar? ¿los criterios estadísticos son suficientes para conocer una psicopatologia? ¿hay cura o sanación para esta enfermedad? Creo tener algunas ideas pero no me parecen tan evidentes como muchos creen.

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    1. Mire señor, deje la ignorancia, la salud mental es tan importante como la corporal. en el cuerpo es una gripa, en la mente puede ser ansiedad o una depresión, los que sufrimos de eso sabemos lo difícil que es vivir o mejor dicho sobrevivir con algo como eso. no hay cura porque si la hubiera no habrian millones y millones de personas sobre todo adolescentes (mi caso) que todos los dias desarrollan algun tipo de enfermedad mental. la salud mental es muy importante.

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  3. ¿Qué tal Bena?

    Bueno, pues en primer término habría que hacer la aclaración que psicología y psicoanálisis no es lo mismo, porque al parecer los has utilizado de forma indiferenciada, he mencionado en algún momento del texto a Freud, pero nunca como ejemplo de psicólogo (¡y menos en la acepción actual!), sino como alguien también interesado por los mismos temas.

    Bien podríamos decir que la preocupación de la psicología es la salud, pero entonces tenemos el gran problema de definirla, cosa que invito a reflexionar a todos los psicólogos antes de evaluar enfermedades palomeando conductas en una lista.

    Cuando mencioné lo del añadido de curar, me refería al psicoanálisis, no necesariamente elimina conductas pero sí hace más llevadera la vida. Cosa que no está para nada mal, pues ayudar y acompañar no es un fraude, y menos cuando se sabe hacer, es decir, el psicoanálisis es un saber hacer con eso íncómodo que nos presenta. Los psicólogos quizá sí se plantean curar, pregúntale a un conductista.

    Ahora, en cuanto a los enfermos en psicoanálisis, pues te reitero, no tenemos modelos de salud, únicamente conocemos gradaciones, Freud nos lo dice claramente con el título de un libro: "Psicopatología de la vida cotidiana", el título nos responde a toda esa problemática, ¿no crees?

    En cuanto a la creación de trabajos, por supuesto que el analista debe comer, tampoco es un altruista desinteresado, no creo que nadie lo sea...

    Tus preguntas me dan temas a escribir, ya iré elaborándolas más detenidamente.

    ¡Saludos!

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