¡Adiós, filosofía de pupitre!
por José Vieyra Rodríguez
La reforma educativa para el nivel medio superior, llevada a cabo el año pasado, contiene algunos puntos importantes dignos de mención, quizá el más para quien esto escribe es la eliminación de la asignatura de Filosofía en los planes de estudio del bachillerato.
Múltiples voces se han dejado escuchar en contra de esta nueva reforma por parte de la SEP en que excluye a la Filosofía a favor de “competencias y habilidades” actuales. Quizá la más importante presión para la incorporación nuevamente de esta asignatura la lleva a cabo el Observatorio Filosófico.
En este espacio no es mi intención argumentar la necesidad del mantenimiento de la Filosofía como asignatura, mucho menos hacer un examen de los lineamientos que guían a la educación en nuestro país para llegar a esto, tampoco pretendo tomar partido inmediatamente y decir que el sistema busca la eliminación del libre pensamiento y el impulso a la reflexión, lo anterior me parece que sonaría a clisé de estudiante de filosofía indignado ante el acontecimiento social.
Lo que aquí pretendo expresar es mi sorpresa de ver cómo los mismos filósofos y estudiantes de filosofía se plantan en una postura de inocentes mártires que son inmolados por parte de la oficialidad. Niegan su colaboración para que esto suceda, es decir, me pregunto porqué no tomar esta nueva reforma como síntoma, como retorno de lo reprimido que se nos devuelve para mostrarnos algo de nuestra propia actitud. Saltar y decir que no es culpa de nosotros y la filosofía actual, que es sólo una muestra de cómo los intereses políticos y económicos del tecnomercado no incluyen a la filosofía, me parece triste. Decir que nada tiene que ver la propia filosofía con que se le excluya, me parece chato, burdo, simplemente una forma de negar nuestra responsabilidad ante los hechos.
Más aún, sería interesante darnos cuenta que la filosofía no es excluida por lo peligrosa que resulta o las críticas que genera, seamos sinceros, esta no es una forma de censura, ¡qué bueno sería si así fuera!, pero no, si se excluye es porque la misma filosofía algo ha hecho para parecer obsoleta, sin sentido e importancia en la vida cotidiana. Quizá no ha sabido integrarse a la nueva forma de movimiento social, no quiero decir que tenga que prostituirse a favor de los intereses actuales, pero qué sucede que tampoco puede saberse manejar ante los nuevos tiempos, la era del mercado, la ciencia y la tecnología.
Insisto, debemos tomar la reforma como síntoma social que algo nos muestra de nosotros mismos, si negamos nuestra responsabilidad ante este hecho, no podremos ver en qué estamos implicados nosotros, y este síntoma será sólo la molestia que intentaremos quitar, eliminar sin escuchar lo que nos dice. El síntoma es el retorno de lo reprimido, algo de nuestra actividad como personas interesadas en la filosofía hemos reprimido, ahora se nos devuelve y si esto lo volvemos a recibir con gritos y pataleadas (quejas oficiales y no oficiales), y después silenciar con un buen medicamento (reincorporación a los planes de estudio), no habrá servido de nada que hayamos vivido esto, habremos callado la molestia pero sin tomar conciencia de nuestra responsabilidad para que esto sucediera.
En preparatoria, por el día de hoy, le damos la despedida a la filosofía, la única posible en un aula de clases, la filosofía de pupitre. ¿Tenemos algo que ver con su supresión?
Múltiples voces se han dejado escuchar en contra de esta nueva reforma por parte de la SEP en que excluye a la Filosofía a favor de “competencias y habilidades” actuales. Quizá la más importante presión para la incorporación nuevamente de esta asignatura la lleva a cabo el Observatorio Filosófico.
En este espacio no es mi intención argumentar la necesidad del mantenimiento de la Filosofía como asignatura, mucho menos hacer un examen de los lineamientos que guían a la educación en nuestro país para llegar a esto, tampoco pretendo tomar partido inmediatamente y decir que el sistema busca la eliminación del libre pensamiento y el impulso a la reflexión, lo anterior me parece que sonaría a clisé de estudiante de filosofía indignado ante el acontecimiento social.
Lo que aquí pretendo expresar es mi sorpresa de ver cómo los mismos filósofos y estudiantes de filosofía se plantan en una postura de inocentes mártires que son inmolados por parte de la oficialidad. Niegan su colaboración para que esto suceda, es decir, me pregunto porqué no tomar esta nueva reforma como síntoma, como retorno de lo reprimido que se nos devuelve para mostrarnos algo de nuestra propia actitud. Saltar y decir que no es culpa de nosotros y la filosofía actual, que es sólo una muestra de cómo los intereses políticos y económicos del tecnomercado no incluyen a la filosofía, me parece triste. Decir que nada tiene que ver la propia filosofía con que se le excluya, me parece chato, burdo, simplemente una forma de negar nuestra responsabilidad ante los hechos.
Más aún, sería interesante darnos cuenta que la filosofía no es excluida por lo peligrosa que resulta o las críticas que genera, seamos sinceros, esta no es una forma de censura, ¡qué bueno sería si así fuera!, pero no, si se excluye es porque la misma filosofía algo ha hecho para parecer obsoleta, sin sentido e importancia en la vida cotidiana. Quizá no ha sabido integrarse a la nueva forma de movimiento social, no quiero decir que tenga que prostituirse a favor de los intereses actuales, pero qué sucede que tampoco puede saberse manejar ante los nuevos tiempos, la era del mercado, la ciencia y la tecnología.
Insisto, debemos tomar la reforma como síntoma social que algo nos muestra de nosotros mismos, si negamos nuestra responsabilidad ante este hecho, no podremos ver en qué estamos implicados nosotros, y este síntoma será sólo la molestia que intentaremos quitar, eliminar sin escuchar lo que nos dice. El síntoma es el retorno de lo reprimido, algo de nuestra actividad como personas interesadas en la filosofía hemos reprimido, ahora se nos devuelve y si esto lo volvemos a recibir con gritos y pataleadas (quejas oficiales y no oficiales), y después silenciar con un buen medicamento (reincorporación a los planes de estudio), no habrá servido de nada que hayamos vivido esto, habremos callado la molestia pero sin tomar conciencia de nuestra responsabilidad para que esto sucediera.
En preparatoria, por el día de hoy, le damos la despedida a la filosofía, la única posible en un aula de clases, la filosofía de pupitre. ¿Tenemos algo que ver con su supresión?
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