domingo, 31 de mayo de 2009


Narcisismo o Actos de amor


José Vieyra Rodríguez


"El egoísmo no encuentra un límite más que en amor a otros,
el amor a objetos"
S. Freud


"Lo que amo, en la medida en que hay un yo
donde me fijo por una concupiscencia mental,
no es un cuerpo... sino una imagen que me engaña
al mostrarme mi cuerpo en su Gestalt, su forma"

Jacques Lacan

Dos tipos de motivaciones existen en el ser humano para aquellas acciones que realizamos, por un lado están las que nos refuerzan nuestro narcisismo(1), nuestro propio amor, y las hacemos a conveniencia, ya sea directa o indirectamente, y por el otro los actos de amor.

Un ejemplo del primer tipo de narcisismo, es la conveniencia directa pero bien vista socialmente, como lo es el estudiar, en donde se accede a tener reconocimiento, poseer un saber ante los demás, un título que te hace oficialmente competente y otorga simbólicamente autoridad al yo.

Los segundos actos narcisistas, pueden ser actos comúnmente denominados “egoístas”, y que no son valorados socialmente, estos son aquellos en los que al yo no le importa ir en contra de un beneficio común(itario), o incluso no solamente no crear un beneficio, sino perjudicar y actuar únicamente pensando en lo que le conviene, como lo pueden ser el robar, mentir para evitar un castigo, etc. Así pues, están los actos socialmente bien vistos y esperados como estudiar, ser limpio, tener un buen trabajo, etc., y los actos condenados socialmente pero muy practicados que son los que perjudican o van en contra de la cultura y las reglas de convivencia pero que benefician directamente al yo. Pero también existen un tercer tipo de actos narcisistas, aquellos que incluso son, a diferencia de los dos tipos anteriores, de extraordinario beneficio hacia los semejantes, nombrados como caridad o lástima hasta altruismo, humanismo o filantropía.

Por ejemplo, en lemas tan antiguos como el adjudicado a Confucio: “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti” en donde se es pasivo en la agresión para un beneficio propio, o en la tradición judía con el mandamiento “«No matarás» [que] nos da la certeza de que somos del linaje de una serie interminable de generaciones de asesinos que llevaban en la sangre el gusto de matar(2), hasta llegar al cambio que se da con el cristianismo en que se pasa de la pasividad de no hacer el daño a la actividad de ayudar pero sólo en función del amor propio, como lo menciona Freud; “«Amarás al prójimo como a ti mismo»… y un segundo mandamiento que me parece aún más inconcebible… «Amarás a tus enemigos.» Sin embargo, pensándolo bien, veo que estoy errado al rechazarlo como pretensión aun menos admisible, pues, en el fondo, nos dice lo mismo que el primero(3), es decir, amar en función de la propia imagen y amor a sí mismo: narcisismo. Así, quien más esté unido a las normas judeocristianas de los mandamientos, se descubre pronto que sólo es en búsqueda de la salvación y vida eterna, así, se prefiere ser infeliz aquí para obtener el beneficio eterno después de la muerte fisica.

Admitiendo que bien, los actos aun los que parecen los mejores y más sinceros se pueden convertir o descubrir tan sólo como actos de amor a sí mismo, parece ser esta una visión pesimista de lo que el ser humano puede hacer. Pero nos queda aún por hablar de los actos particulares, pequeños, incluso actos discriminantes (en el sentido estricto de "discriminación", que significa distinguir). Es decir, esos que no se hacen a todas las personas, sino que se crea una distinción entre a quiénes hacerlos, que aunque parece ser aún más egoísta, termina por no serlo, puesto que los actos de amor a los que nos referimos, son aquellos que se hacen a las personas que se quieren por el simple hecho de amarlas, este es un verdadero desequilibrio a la estructura del yo, incluso yendo en contra del beneficio directo de éste. Seguimos aquí a lo propuesto por Slavoj Zizek “Amor es un acto extremadamente violento, amor no es “los amo a todos”, amor significa, selecciono algo… es la estructura del desequilibrio, aun cuando esto sea sólo un pequeño detalle, una frágil persona individual… yo digo “te amo más que a cualquier otra cosa”, y en este preciso sentido formal es el mal(4) . El mal que no debe ser entendido desde la moral ya revisada anteriormente, sino el mal porque va en contra de un equilibrio del yo y su supuesto control sobre la realidad, por eso, al amar se hacen cosas irreconocibles, catalogadas por el yo como estúpidas. Y así, entendemos que estos actos estúpidos, incontrolables y discriminatorios son en realidad verdaderos actos de amor, actos que no se hacen a cualquiera, ni tampoco por un beneficio, sino a alguien en específico por el amor mismo.

Restaría aún revisar la manera en que el yo se enamora, o para decirlo en términos psicoanalíticos, elige su objeto de amor, entonces caeríamos una vez más en que puede ser por una elección narcisista, o bien por apuntalamiento(5), pero en este sentido, encontraríamos el porqué de la elección de un objeto y no de otro, mas no la anulación de que dichos actos sean actos verdaderos de amor.

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1. «El término "narcisismo" se emplea en psicoanálisis para designar un comportamiento (Verhalten) por el cual un individuo "se ama a sí mismo" o, en otras palabras, un comportamiento por el cual trata a su propio cuerpo como se trata habitualmente al cuerpo de una persona amada.» Elementos para una enciclopedia del psicoanálisis. El aporte Freudiano. Esta obra fue dirigida por Pierre Kaufmann: (1916-1995), filósofo del psicoanálisis. Edición digital.
2. FREUD, S. De guerra y muerte. Temas de actualidad. (1915) Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1998
3.FREUD, S. El malestar en la cultura. (1930) Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1998
4. Žižek! (Documental) Dirigido por Astra Taylor, USA, 2005.
5. FREUD, S. Introducción al narcisismo. (1914) Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1998

domingo, 10 de mayo de 2009


¡Adiós, filosofía de pupitre!



por José Vieyra Rodríguez


La reforma educativa para el nivel medio superior, llevada a cabo el año pasado, contiene algunos puntos importantes dignos de mención, quizá el más para quien esto escribe es la eliminación de la asignatura de Filosofía en los planes de estudio del bachillerato.

Múltiples voces se han dejado escuchar en contra de esta nueva reforma por parte de la SEP en que excluye a la Filosofía a favor de “competencias y habilidades” actuales. Quizá la más importante presión para la incorporación nuevamente de esta asignatura la lleva a cabo el Observatorio Filosófico.

En este espacio no es mi intención argumentar la necesidad del mantenimiento de la Filosofía como asignatura, mucho menos hacer un examen de los lineamientos que guían a la educación en nuestro país para llegar a esto, tampoco pretendo tomar partido inmediatamente y decir que el sistema busca la eliminación del libre pensamiento y el impulso a la reflexión, lo anterior me parece que sonaría a clisé de estudiante de filosofía indignado ante el acontecimiento social.

Lo que aquí pretendo expresar es mi sorpresa de ver cómo los mismos filósofos y estudiantes de filosofía se plantan en una postura de inocentes mártires que son inmolados por parte de la oficialidad. Niegan su colaboración para que esto suceda, es decir, me pregunto porqué no tomar esta nueva reforma como síntoma, como retorno de lo reprimido que se nos devuelve para mostrarnos algo de nuestra propia actitud. Saltar y decir que no es culpa de nosotros y la filosofía actual, que es sólo una muestra de cómo los intereses políticos y económicos del tecnomercado no incluyen a la filosofía, me parece triste. Decir que nada tiene que ver la propia filosofía con que se le excluya, me parece chato, burdo, simplemente una forma de negar nuestra responsabilidad ante los hechos.

Más aún, sería interesante darnos cuenta que la filosofía no es excluida por lo peligrosa que resulta o las críticas que genera, seamos sinceros, esta no es una forma de censura, ¡qué bueno sería si así fuera!, pero no, si se excluye es porque la misma filosofía algo ha hecho para parecer obsoleta, sin sentido e importancia en la vida cotidiana. Quizá no ha sabido integrarse a la nueva forma de movimiento social, no quiero decir que tenga que prostituirse a favor de los intereses actuales, pero qué sucede que tampoco puede saberse manejar ante los nuevos tiempos, la era del mercado, la ciencia y la tecnología.

Insisto, debemos tomar la reforma como síntoma social que algo nos muestra de nosotros mismos, si negamos nuestra responsabilidad ante este hecho, no podremos ver en qué estamos implicados nosotros, y este síntoma será sólo la molestia que intentaremos quitar, eliminar sin escuchar lo que nos dice. El síntoma es el retorno de lo reprimido, algo de nuestra actividad como personas interesadas en la filosofía hemos reprimido, ahora se nos devuelve y si esto lo volvemos a recibir con gritos y pataleadas (quejas oficiales y no oficiales), y después silenciar con un buen medicamento (reincorporación a los planes de estudio), no habrá servido de nada que hayamos vivido esto, habremos callado la molestia pero sin tomar conciencia de nuestra responsabilidad para que esto sucediera.

En preparatoria, por el día de hoy, le damos la despedida a la filosofía, la única posible en un aula de clases, la filosofía de pupitre. ¿Tenemos algo que ver con su supresión?

martes, 5 de mayo de 2009


Un interés de la filosofía: el psicoanálisis*



por José Vieyra Rodríguez

“la postulación de las actividades anímicas inconscientes
obligará a la filosofía a tomar partido y,

en caso de asentimiento,

a modificar sus hipótesis sobre el vínculo de lo anímico con lo corporal
a fin de ponerlas en correspondencia
con el nuevo conocimiento”
Sigmund Freud



Como se sabe, la relación de la filosofía con el psicoanálisis dista de ser la mejor. Desde los comienzos del mismo psicoanálisis, Freud exponía que un interés particular de la filosofía debía ser el psicoanálisis, pues, cualquiera que fuera el sistema filosófico desde donde se hablara, tenía puntos de conexión indudables con lo que el psicoanálisis estudia. Sin embargo, el mismo Freud nunca dejó de menospreciar en cierta medida a los filósofos, incluso no dudó en equiparar al delirio paranoico con un sistema filosófico, escribiendo en Tótem y tabú; “Uno podría aventurar la afirmación de que una histeria es una caricatura de una creación artística; una neurosis obsesiva, de una religión; y un delirio paranoico, de un sistema filosófico”[1].

También podemos recordar que aun cuando desde 1913 mencionaba a la filosofía como una de las disciplinas que no podrá dejar de tomar en cuenta el conocimiento del psicoanálisis, siempre consideró superior al mismo, pues “el psicoanálisis puede pesquisar la motivación subjetiva e individual de doctrinas filosóficas pretendidamente surgidas de un trabajo lógico imparcial, y hasta indicar a la crítica los puntos débiles del sistema”[2]. Lo anterior nos recuerda el más tenaz argumento del psicoanálisis en contra de la filosofía: el desconocimiento total del inconsciente por parte de ésta.

Así, Freud escribe “Lo psíquico de los filósofos no era lo psíquico del psicoanálisis. En su gran mayoría, ellos llaman psíquico sólo a lo que es un fenómeno de conciencia. El mundo de lo consciente coincide, para ellos, con la extensión de lo psíquico. A todo lo otro que acaso suceda en el «alma», esa alma tan difícil de aprehender, lo destronan y lo sitúan entre las precondiciones orgánicas o los procesos paralelos de lo psíquico. Dicho más estrictamente: el alma no tiene otro contenido que los fenómenos de conciencia… desde luego, que algo anímico inconsciente es un disparate, una contradictio in adjecto, y no quiere percatarse de que con este juicio no hace más que repetir su propia definición -acaso demasiado estrecha- de lo anímico. Al filósofo le resulta fácil afianzarse en esta certidumbre” [3].

Comenzando con el mismo padre del psicoanálisis, existe una innumerable lista de psicoanalistas que se han alejado intencionalmente de la filosofía, incluso el mismo Jacques Lacan se negó rotundamente a llamarse filósofo; “no me interesa la filosofía, además tiene ya bastante tiempo que no dice nada interesante” [4], con esta declaración parece seguir al maestro vienés cuando en su presentación autobiográfica escribe “y aun donde me he distanciado de la observación, he evitado cuidadosamente aproximarme a la filosofía propiamente dicha” [5].

Sin embargo, ninguno de los dos, ni el creador del psicoanálisis, ni su más ilustre lector y renovador, se han quedado indiferentes a planteamientos que antaño interesaban únicamente a la filosofía. Psicoanalistas, sí, pero pensadores de los grandes temas filosóficos.

Lo cierto es que mientras la filosofía se aferre a seguir en la línea racional de la conciencia, el intelecto, la libertad y la voluntad autónoma, regida únicamente por el yo, dueño y señor, seguirá siendo la filosofía un discurso del Amo (del maestro), que dicta qué hacer y por donde seguir, y aun cuando sus hipótesis no alcancen para explicar múltiples fenómenos propios del hombre, se seguirá negando a la incursión en postulados psicoanalíticos.

Lo anterior no significa que necesariamente todo filósofo tenga que ser psicoanalista, pero al menos sí es necesario tomar partido ante este nuevo descubrimiento que hace Freud hace más de cien años. Y así, decir quienes estamos interesados en la filosofía, si aceptamos incursionar de alguna manera en el camino propuesto por el psicoanálisis y replantear los grandes temas, y preguntarnos una vez más qué es la voluntad, antes de dar por sentado que nuestra conciencia es quien la tiene, pues con lo último retornamos a la problemática planteada por Lacan; “la filosofía en su función histórica es la que presiona el saber del esclavo para obtener su transmisión en saber del Amo” [6], cerrada a otro posible saber, al del inconsciente.

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*Artículo publicado en epsys revista de psicología y humanidades. Enlace a esta publicación.
[1] Freud, S. Tótem y tabú. (1914) Ed. Amorrortu. Vol. XIII. Argentina.
[2] Freud. El interés por el psicoanálisis. (1913) Ed. Amorrortu. Vol. XIII. Argentina.
[3] Freud, S. Las resistencias contra el psicoanálisis. (1925) Ed. Amorrortu. Vol. XIX. Argentina.
[4] Lacan, J. Mi enseñanza. Ed. Paidós. 2006. Argentina.
[5] Freud. Presentación autobiográfica. (1925) Ed. Amorrortu. Vol. XX. Argentina.
[6] Lacan, J. Seminario XVII. El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós.