La ética es la investigación general sobre lo bueno
G. E. Moore
La ética, es una disciplina que forma parte de la filosofía, es la encargada de emitir juicios de valor acerca de nuestros comportamientos, juzgándolos como “buenos, deseables o adecuados”, o enjuiciándolos como “malos, indeseables o inadecuados”. Los fundamentos sobre los cuáles se erigen los criterios para juzgar un acto como bueno o malo, le corresponden también a la reflexión ética, de hecho, gran parte del debate teórico se encuentra en cómo y dónde fundar los principios éticos, para desde allí, poder enjuiciar la realidad humana y prescribir los actos conducentes para formar una sociedad distinta. En resumen, la ética es la encargada de valorar los actos humanos y prescribir deberes a los individuos.
Ciertamente, la ética no llega a su conocimiento por sí sola, sino que se ayuda de otras disciplinas que brindan conocimiento acerca de nuestra realidad, así, el médico después de una ardua formación académica y años de experiencia, puede enfrentarse ante un enfermo y no sólo diagnosticar, sino recomendar un tratamiento, estamos allí frente a un acto ético. En otras palabras, cuando un médico evalúa a un enfermo, primero lo hace desde su conocimiento científico propio de la disciplina, pero al prescribir una serie de indicaciones –aun cuando estén sustentadas en ensayos clínicos y estrictas investigaciones biomédicas–, su acto deja de ser solamente un acto médico para convertirse en un acto ético, en ese momento se encuentra ya presente la ética médica.
Ahora bien, si consideramos a la denominada perspectiva de género como “un punto de vista, a partir del cual se visualizan los distintos fenómenos de la realidad (científica, académica, social o política), que tienen en cuenta las implicaciones y efectos de las relaciones sociales de poder entre los géneros (masculino y femenino en un nivel, hombres y mujeres en otro)”[1], comprendemos que dicha visión nos ayuda para poder determinar y describir ciertas relaciones existentes en diferentes niveles y contextos, sin embargo, una vez identificada dicha situación, la misma es insuficiente para decidir acerca de una prescripción del comportamiento adecuado entre los “géneros”, ya que ello le corresponde a la ética.
Análogamente a la medicina, considero que la perspectiva de género no puede ser la encargada de dictaminar qué comportamientos tenemos o no permitidos realizar ante ciertas circunstancias o sujetos, ya que ello corresponde a la ética, lo cual no implica que no sirva dicha perspectiva, pero en el momento en el cual se pasa de la descripción de los actos a la valoración de los mismos, se ha dejado la perspectiva de género y se ha comenzado a hacer una ética, por lo tanto, la perspectiva de género es útil como herramienta para la fundamentar una ética, pero no es posible equipararlas y menos anular una con la otra.
En otras palabras, la perspectiva de género brinda potentes herramientas descriptivas para evidenciar descriptivamente las desigualdades motivadas por el sexo biológico, las diversidades de cuerpos y los roles o patrones de comportamiento –entre otras muchas cosas– que llevamos a cabo por el hecho de “ser hombres” o “ser mujeres”, entre otros tipos de clasificaciones, o de cualquiera de las formas en que estos tipos de “seres” se entiendan, sin embargo, estoy convencido que dicha perspectiva se abandona en el momento en que se pasa de la descripción a la valoración de los actos. Por tanto, mi propuesta es continuar utilizando la perspectiva de género para mostrar, evidenciar y desenmascarar cierto tipo de comportamientos derivados de nuestro cuerpo y el rol asignado en nuestra cultura, pero considerar desde qué visión ética valoramos y dictaminamos qué comportamientos son deseables y cuáles no, es decir, la perspectiva de género no es una ética, sino una herramienta para la adecuada aplicación de la misma en diversos contextos.
Considero que si logramos comprender qué es la ética y a quién le corresponde prescribir los deberes, podremos por fin dejar de lado los absurdos debates de si esto o aquello es un deber que lo dicen las feministas, o si la teoría de género impone ciertos comportamientos, o aquél insulso argumento que invita a abandonar toda división entre hombres y mujeres y solamente centrarnos en “el ser humano”. A mi parecer es claro que el feminismo y la perspectiva de género son herramientas útiles y necesarias para logar el óptimo desarrollo de una ética cívica compartida. Las prescripciones no es desde el género, sino desde el humano.
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1. Serret Bravo, E. Qué es y para qué es la perspectiva de género. IMO. 2008. P.p. 16
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