viernes, 1 de febrero de 2013

El mítico origen de la política*




“La actividad de la labor no requiere de la presencia de otro,
aunque un ser laborando en completa soledad no sería humano, 
sino un «animal laborans» en el sentido más literal de la palabra”
Hanna Arendt


Platón narra en su diálogo Protágoras, que estando solamente los Dioses y llegado el tiempo del génesis de las especies, éstos mandaron a Prometeo y Epimeteo a que distribuyesen las facultades convenientemente entre todas las especies. Tras un acuerdo, es Epimeteo quien llevó a cabo la distribución, dando a algunos rapidez, mas no fuerza, haciendo veloces a los débiles, otorgando gran prole a quienes servían de alimento de las demás especies, así como una piel dura y un gran pelaje a aquellos que requerían soportar delicadas condiciones climáticas, así continuó hasta acabar con todas las facultades. 

Epimeteo, que no era sabio, erró, pues al terminar cayó en cuenta que repartió todas las facultades a los salvajes y brutos y dejó al hombre “desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme”, al llegar Prometeo a supervisar lo que Epimeteo realizó, se dio cuenta de la desventaja que esto propiciaba, por lo que decidió robar a Hefesto y Atenea la sabiduría de las artes mecánicas (técnicas) junto con el fuego, y se las ofreció de regalo al hombre. 

Llegó el momento de que viera la luz la especie humana, y por medio de las artes y el fuego participó de las cualidades divinas, por lo cual fue la única especie que accedió al reconocimiento de los dioses, erigiendo altares e imágenes para los mismos, sin embargo, siguió siendo la especie más débil en tanto no vivían en ciudades, estaban dispersos y eran aniquilados por las fieras. “El arte que profesaban constituía un medio, adecuado para alimentarse, pero insuficiente para la guerra contra las fieras, porque no poseían el arte de la política, del que el de la guerra es una parte”, por ello Zeus compadeciéndose del hombre, mandó a Hermes a que entregase el respeto recíproco y la justicia, pero éstas no fueron distribuidas de la manera que las demás artes, ya que, por ejemplo, la medicina la puede dominar una sola persona para ayudar a muchos quienes son legos en la misma, por el contrario, Zeus ordenó a Hermes “que todos participen del pudor y la justicia; porque si participan de ellas solo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad”.

El mito anterior, tiene dos vertientes por las cuales históricamente se ha interpretado, por un lado, narra la necesidad de la educación en el ser humano, pues las artes mecánicas (técnicas) no son facultades naturales adheridas al hombre, sino que son un artificio que se tiene que adquirir, y así mismo que no todos las poseerán, pues basta que algunos pocos sepan algunas artes para con ello generar el bien común en muchos que no las poseen, por tanto, de ahí también se explica la dependencia más prolongada del hombre al resto de sus congéneres durante sus primeros años de vida, pues la pura maduración biológica del cuerpo no garantizará en absoluto su supervivencia ni su adecuada convivencia con el resto de su especie. En esta primera interpretación, entendemos la artificialidad de la educación, la cual es un proceso largo y penoso, pero necesario. 

La otra vertiente consustancial e inseparable de la primera, es el origen de la política y su naturaleza en el hombre, siendo entendida esta como aquello que nos permite respetarnos unos a otros, así como conocer y llevar la justicia, no dejando de lado el arte de la guerra, en caso de ser necesario en tanto atente contra las ciudades. La diferencia radical está en que la política fue concedida por igual, asegurando así la posible convivencia en grupos (dando por resultado también la sociedad) y sabiendo condenar el acto injusto, castigándolo incluso con la muerte. 

La importancia y vigencia del mito es doble, por un lado no debemos olvidar que la función educativa está íntimamente relacionada con lo político, en tanto son dos cualidades puramente humanas, pues la adquisición de técnicas no puede darse disgregada del resto de los hombres, así como también es imposible hablar de política sin entenderla a su vez como un acto educativo que se da entre y para los demás hombres. 

Actualmente quizá se olvida una parte que Protágoras nos cuenta; un oficio puede darse sólo en unos pocos para el beneficio del resto que carece de ese conocimiento, pero la política no puede darse en algunos solamente, Aristóteles llamó al hombre Zoon Politikón, lo cual no significa un “animal social” sino un “animal político”, en tanto la palabra social se da en origen romano y carece de equivalente en el pensamiento griego, por tanto, al hablar de vocación en los jóvenes, estamos hablando de elección sobre un arte mecánico, pero que ello siempre equivaldrá a pensar junto a él un acto político, una dimensión de justicia y no de mera individualidad. 



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*Artículo publicado en el número 22 de la Revista Sui Generis de la UANL.


Bibliografía

Abbagnano. N. Visalberghi, A. Historia de la pedagogía. FCE. México. 1998
Arendt, H. La condición humana. Ed. Paidós. España. 2011
Platón, “Protágoras” en Diálogos. Primera edición. Traducido por J. Ruiz Calonge, E. Iñigo Lledó y C. Gual García. Vol. I, p.357, Ed. Gredos. Madrid. 2000.