sábado, 22 de octubre de 2011

Filosofía sin compromisos


por José Vieyra Rodríguez

"La metafísica constituye un sustituto del arte, aun cuando inadecuado"
Rudolf Carnap


Existen –aún en estos tiempos que parecen correr más apresuradamente que antaño– algunas escuelas que siguen privilegiando el pensamiento analítico y crítico sin menoscabo frente a los embates del pragmatismo utilitarista que devora todo dejo de razonamiento autónomo. En esas aulas selectivas la Filosofía sigue asiendo y haciendo de las suyas, en ellas se puede dialogar igual de Santo Tomás de Aquino que del mismísimo anticristo de Friederich Nietzsche, se suele leer desde Platón y su República al igual que el Manifiesto de un tal Karl Marx, a la par se cuestiona la posibilidad de un libre albedrío o la determinación absoluta pensada al extremo spinozista. En esos extraños lugares, casi clandestinos y muchas de las veces incluso elitistas, se interroga el quehacer del hombre, su naturaleza, su posibilidad de conocimiento, así como sus alcances y límites reales. En ocasiones se piensa desde la metafísica y en algunas otras la razón se ancla a una objetividad concreta y sensible. Pequeños y pocos lugares, pero sé de cierto que existen.

Halagos y optimismo dejo entrever en mis líneas anteriores, pero que de ello no se desprenda únicamente un falso sentimiento de felicidad y una ilusión que obscurezca una visión que revele sus defectos que también intrínsecamente poseen. De esas aulas casi utópicas y de difícil acceso, también se pueden desprender prejuicios que impidan la contemplación de su evidente perfectibilidad. Y es que frente a la cantidad de información que se brinda, los puntos de vista tan dispares y los sinnúmero de autores de renombre que pueden llegar a conocerse, también se esconde una problemática práctica, y ésta cuestiona la labor educativa en su sentido más pragmático que puede sonar incluso contradictorio con el discurso que se comienza planteando como objetivo.

Si consideramos a la Filosofía como la puesta en acción del razonamiento por antonomasia, entonces podemos pensar ante los embates de una vida como sólo unos meros entes de razón, ahí es precisamente donde se corre el riesgo de despegarse de toda practicidad evidente y obviar el hecho de que la ética es una ciencia normativa, en tanto reflexiona de lo normal de derecho, o que la filosofía política tiene alcances cotidianos y de lo más importantes por ser aquella vertiente que se despliega en el razonamiento de las formas de organización de los seres humanos. Magnificar los grandilocuentes sistemas filosóficos nos imposibilita ver los, igualmente grandiosos, aportes de las filosofías para la vida, como lo son la epicúrea, la cínica o la estoica.

En ocasiones, estos lugares de los que hablo, también son laboratorios del pensamiento libre, tan libre que no se ciñe en lo más mínimo a una realidad que basta voltear la mirada y encontrarla, por ello se centra tantas veces en una reflexión fuerte en argumentos, con tesis que se sostengan en una lógica adecuada siguiendo los más estrictos criterios argumentativos aunque no parezcan centrarse en una vida del hombre de carne y hueso.

Se corre el riesgo de sostener al pensamiento en una mera ilusión correcta, sin llegar a considerar como viable o adecuada la postura más íntima que determina a la vida misma. Es por eso que la Filosofía se torna académica, entre muros y libros, letras vertidas en papeles en las cuales ni sus autores creen en ellas, mucho menos para llegar a hacerlas vivenciales. Se convierte con mucha facilidad es una filosofía sin compromisos y los pensamientos como reflexiones sin consecuencias. De aquí a la Filosofía como un mero producto literario, como lo ha planteado el neopositivista Rudolf Carnap, estamos a menos de un paso.

Rechazar la practicidad y el pensamiento pragmatista, también cobra una factura alta, la de imposibilitar la concreción del razonamiento en una vida, encadenados al saber y las letras no se está dispuesto a vivir acorde a ellas. ¿Acaso los marxistas con El Capital bajo el brazo que al final del mismo llevan sosteniendo un celular con logotipo de manzana no son la muestra de una filosofía sin compromisos? Ellos, quizá nosotros e incluso este mismo escrito y espacio somos un síntoma de un pensamiento sin consecuencias reales.