Psicoterapia: una nueva magia alta
por José Vieyra Rodríguez
“ciertas palabras, no es conveniente mencionarlas [en este escrito],
no sea que el demonio seduzca a alguien para que las emplee”
Malleus Malificarum (1486)
“la «omnipotencia de los pensamientos»,
según nuestro juicio, es una sobrestimación del influjo
que nuestros actos anímicos, los intelectuales en nuestro caso,
pueden ejercer sobre la alteración del mundo exterior.
En el fondo, toda magia, la precursora de nuestra técnica,
descansa sobre esta premisa”
Sigmund Freud
Comúnmente los estudiosos se han dado a la tarea de dividir nuestra “historia universal” en grandes períodos que carecen de una clara separación, especialmente temporal. Mención especial en dicha arbitrariedad de división merece el período de la historia occidental llamado –con una gran carga academicista– Renacimiento; momento en que re-nacen las artes y la filosofía después de cerca de un milenio de estar socavadas por la religión.
El Renacimiento es situado temporalmente a comienzos del siglo XV, y si bien desde ese momento comienza a encontrarse un considerable auge de las artes y el pensamiento divergente a la hegemonía de los siglos anteriores, es adecuado señalar que no por ello hubo un cambio contundente, pues aun muchos autores consideran a dicho siglo como perteneciente a la Edad Media, bastaría señalar el proceso inquisitorial llevado en España durante el siglo XV.
Aun cuando parecen distanciarse e incluso contraponerse el pensamiento medieval al renacentista, es de suma importancia considerar que no sólo –como hemos señalado– se traslapan, sino que además vienen a converger en intereses comunes, y no nos referimos en este apartado al servicio que prestó el arte a la religión, sino a un acontecimiento que tuvo especial importancia en quienes sirvieron tanto a la inquisición como al inicio de la modernidad, es decir, a la magia.
Por un lado, la iglesia puso especial atención a la magia como herramienta demoníaca, pues no sólo luchó durante la inquisición contra herejes, sino también contra el mismo demonio que podía llegar a materializarse por medio de conjuros y diversos artilugios, tomaron especial relieve “las brujas” como receptáculo de temores y agresiones por parte de los creyentes.
Por otro lado, los estudiosos de las artes, e iniciadores del humanismo, no se constriñeron exclusivamente a un “volver a los clásicos”, sino que además, en su ímpetu de conocimiento y trascendencia tomaron caminos antes no explorados, así, encontramos un interés enorme hacia la magia por parte de personajes de la talla de Pico de la Mirandola, Marsilio Ficino o Giordano Bruno (llevado a la hoguera por la Santa inquisición).
Como vemos, fue durante el Renacimiento en donde la magia toma un especial interés por parte de científicos, filósofos, humanistas y en general estudiosos, sin embargo, a esta magia practicada por estos personajes no es adecuado equipararla con la magia vulgar, aquella practicada por hechiceros, curanderos o brujas, es por eso que se ha dado a dividir a la magia en dos niveles, por un lado la magia alta la cual tiene un respaldo teórico y es practicada por las élites cultas, en esta se incluye la nigromancia, la astrología, la cábala, y la alquimia, mientras que la magia baja el fin es práctico y material, está constituida por hechicería, curación y adivinación, además, la magia alta contaba con una base filosófica, asimismo tenía un prestigio y un respaldo que llegó incluso a ser judicial, así, por ejemplo, cuando la inquisición persiguió a las brujas, los astrólogos no fueron perseguidos (Cfr. Nathan Bravo. Las diversas valoraciones de la magia en el Renacimiento).
Algunos autores, como Ioan Culinu en su libro Eros y magia en el renacimiento vinculan al proceso llevado a cabo por la magia alta con una manipulación de las masas, en la cual lo que se busca es poder generar ciertos estados afectivos, todo ello a través del Eros, es decir, de todo aquello a lo que amamos, esto es puesto en juego a través de las fantasías, para ello toma de ejemplo el libro de Bruno De vinculis in genere (De los vínculos en general).
Si avanzamos temporalmente, encontraremos que muy pronto la ciencia comienza a tomar el lugar que intentaba monopolizar la magia, así, las explicaciones científicas terminaron por derrocar a los intentos manipulativos de la magia alta: tenemos como ejemplos a la astronomía que desplaza a la astrología o la química a la alquimia.
Ahora bien, sería ingenuo considerar que el pensamiento humano ha evolucionado como nos lo plantea la historia oficial, es decir, dicho desplazamiento de la magia a la ciencia se ha generado en un nivel institucional y académico solamente, de hecho sería sencillo rastrear los vestigios de la denominada magia baja casi de manera intacta hasta nuestros días, bastaría abrir un periódico y consultar los horóscopos, encender el televisor y escuchar a los adivinos, dirigirnos a un mercado ambulante y ver la cantidad de amuletos, hechizos y curas que se ofrecen y en los cuales el ciudadano común aún cree.
Por el lado opuesto, aún se cultiva la magia alta como un conocimiento diverso a la ciencia, pero a su vez con su consentimiento y amparo. La magia alta sigue siendo un conocimiento discreto y alejado del vulgo, aunque en cierto sentido, a su disposición. En este apartado, es pertinente señalar a las psicoterapias como descendientes directas del denominado “pensamiento mágico” que ha estado presente en el hombre desde los tiempos más remotos, y que sin embargo muchos pensadores tienden a considerar como un rasgo esencialmente superado en la actualidad, especialmente por los sectores de la población que adquieren cierto nivel de estudio, cuando en verdad, sobre él opera gran parte de nuestro modo de dirigirnos hacia lo desconocido.
Tomamos por paradigma a las psicoterapias dentro de la magia alta pues es emblemática la similitud con lo antedicho acerca de ella, pues todas ellas son cultivadas de una manera elitista por intelectuales, además son auspiciadas por el nivel institucional como lo son las Universidades. No conforme, toda psicoterapia busca el cambio afectivo en el individuo, algunas –hay que decirlo– manipulando, al igual que lo planteaba Giordano Bruno en el siglo XV.
Por supuesto, la ciencia médica ha hecho todo lo posible por desplazar a esta forma de intervención en la realidad humana, especialmente en las últimas décadas en las cuales se plantean “curar” afecciones psíquicas a través de fármacos, con lo cual suponen abandonar también el pensamiento mágico el cual sostiene aún la eficacia de las psicoterapias, pues he ahí precisamente uno de los motivos de la curación que puede darse por medio de la palabra.
Podemos ahora sí considerar que la eficacia de la magia, tanto alta como baja, radica en la sobreestimación del poder de la palabra, el lenguaje como posibilidad de cambiar nuestro mundo. Tenemos como muestra a los exorcismos que se llevaron a cabo a través de las oraciones o por el contrario la aparición del demonio por invocaciones de conjuros. En 1486 apareció la primera edición de Malleus Malificarum (El martillo de las brujas), que muy pronto llegó a ser el manual oficial del inquisidor, en él se puede leer que “los encantadores cuyo arte y destreza reside en el uso de palabras” son aquellos a los que se tiene que perseguir.
Podemos aventurarnos hasta aquí y señalar que ya desde ese momento lo que se buscaba era regular el poder de la palabra y que quedara restringida a unos cuantos, y es de hecho en la ciencia moderna en donde más se hace el intento de socavar este poder, queriendo guardar y mantener para los usos oficiales a la palabra, al lenguaje, volvamos a nuestro ejemplo y démonos cuenta de cómo la psiquiatría y sus terapias farmacológicas desplazan cada vez con más fuerza a las psicoterapias que aun intentan poner en juego algo meramente humano: el lenguaje como posibilidad de cambio de la realidad, la palabra como herramienta de curación. Quizá por eso Freud logró entrever que entre la magia y la técnica psicoanalítica de la asociación libre y la interpretación no había un camino muy largo, pues al final, ambas descansan sobre la misma piedra.
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Nota: La primera imagen que aparece en el lado superior izquierdo, correponde dentro de la Teoría y símbolos de la filosofía hermética a la visualización de la constitución del hombre bajo el aspecto de los Siete Metales. La filosofía hermética también es considerada dentro de la Magia Alta.
La segunda imagen situada en la parte superior derecha corresponde al nudo borromeo con la cual J. Lacan intenta dar cuenta visual y topológicamente de las tres registros que postula como existentes en la realidad humana: Real, Simbólico e Imaginario. Es una las teorías más representativas del psicoanálisis actual.