por José Vieyra Rodríguez
Desde Ovidio el vocablo libido estaba relacionado con temas predominantemente eróticos. Pero es hasta los tratados médicos correspondientes a la época decimonónica en que esta palabra se retoma para seguirla incluyendo, pero de manera oficial, en malestares físicos relacionados con la sexualidad. De hecho su primer aparición oficial es con Moriz Benedikt, después lo populariza aun más Albert Moll en su Untersuchungen über die Libido sexualis (Investigación sobre la libido sexualis) Volumen I, 1898, libro con el que el término pasa oficialmente a designar al deseo sexual. Dicha obra es de hecho de donde el mismo Freud declara haber tomado este término.
Cuando Freud recoge esta palabra tiene en mente el origen y significado real, pues libido designa originalmente en latín al deseo, ganas e incluso el placer. Por lo mismo, Freud hace en su teoría a la libido la energía de la pulsión sexual que encuentra su régimen en términos de deseo.
Ahora bien, las traducciones en textos especializados siempre han sido temas de grandes debates, dentro del psicoanálisis basta citar el conocido tema del vocablo alemán Trieb para designar a lo que en español se volcó en las primeras traducciones de Luis López Ballesteros como instinto y que años más tarde suscitaría grandes problemas al prestarse a malos entendidos con la palabra alemana instinkt que efectivamente utilizaba Freud pero para nombrar “esquemas filogenéticos hereditarios” y no a la pulsión cuyo marco es mucho más amplio e intenta dar cuenta de las formas de relación con el objeto y su propia búsqueda de satisfacción, sin dejar de lado el aspecto somático.
En tanto algunas discusiones están cimentadas en sustratos íntimos de relaciones entre conceptos e incluso la misma epistemología del psicoanálisis, existen otros que en ocasiones aparecen como fuentes de disputas o aclaraciones eruditas y que se pierden en el tiempo. Su falta de resonancia puede adjudicarse a dos motivos predominantes: por un lado, puede intervenir de manera contundente que quienes hacen las puntualizaciones no tienen el prestigio ni los medios para hacerse notar dentro del ámbito en el cual quieren impactar, y por otro lado, puede ser que simplemente sus aclaraciones sean vanas y faltas del rigor que pretenden seguir. Una extraña combinación de ambos es el caso del venerable filósofo mexicano de origen español José Gaos.
Historia de nuestra idea del mundo (1973) es el título del libro de José Gaos editado post mortem. Dicho libro es una recopilación, escrita por él mismo, de un curso que impartía en el cual recapitulaba lo que para él fueron los más grandes acontecimientos y teorías que revolucionaron nuestra propia idea del mundo. Ahí es la lección 5 la dedicada al psicoanálisis.
En dicha lección pasa a intentar resumir y exponer al psicoanálisis freudiano en escasas veinte páginas, además otorga cierta crítica y visión filosófica del mismo, no conforme incluso señala un error en las traducciones acerca de Freud que se han hecho al español. Gaos puntualiza que el vocablo libido es erróneo traducirse al español de esta manera, pues en tanto que es una palabra de origen latino, es correcto que Freud la escriba de esta forma pues libido es un sustantivo femenino cuyo caso nominativo es libido y su genitivo libidinis. En alemán, es común que las palabras de origen latino al pasarse a dicho idioma lo hacen con el caso nominativo singular, como lo es libido, pero en español los vocablos proceden del caso acusativo singular del latín, en cuyo caso es libidinem, y al trasladarse al español se pierde la m y se acentúa conforme a las reglas ortograficas del idioma, por lo que su traducción correcta sería libídine.
Los siguientes recuadros muestran de manera clara lo antedicho.
Declinación de libido y traducción al español.
Libido-inis (femenino). Al tener genitivo en terminación -s corresponde a la tercera declinación del latín.
Caso en latín singular | Traducción al español |
Nominativo: libido | el deseo |
Genitivo: libidinis | del deseo |
Dativo: libidini | a, para el deseo |
Acusativo: libidinem | al deseo |
Vocativo: libido | ¡oh, deseo! |
Ablativo: libídine | con, por, etc., el deseo |
En español se tienen algunos ejemplos de palabras en que al proceder del latín efecttivamente lo hacen conforme al acusativo, tal como lo señala acertadamente José Gaos. , tal es el caso de tierra, año y más claramente de nave, cuyo origen latino se encuentra en navis que también es sustantivo femenino de la tercera declinación, así pasó a español como nave a partir del acusativo, he aquí la siguiente tabla:
Declinación de navis y traducción al español.
navis-is (femenino). Al tener genitivo en terminación -s corresponde a la tercera declinación del latín.
Caso en latín singular | Traducción al español |
Nominativo: navis | la nave |
Genitivo: navis | de la nave |
Dativo: navi | a, para la nave |
Acusativo: navem | a la nave |
Vocativo: navis | ¡oh, nave! |
Ablativo: nave | con, por, etc., la nave |
Como se ve en la tabla anterior, la palabra nave se formó del acusativo navem únicamente eliminando la –m, no importando que está en el caso acusativo para formar un sustantivo, pues el español se rige por medio de artículos, preposiciones, etc., para dar sentido a las palabras, es decir, la sintaxis es diferente.
El argumento de José Gaos aunque sólido y académico, no basta para sostenerse por sí mismo. De hecho en las traducciones que cita el propio Gaos acerca de Freud tiene expresiones como “…por lo que la libídine…” y sigue en cada instante en que encuentra dicha palabra. Su eminente espíritu traductor (Gaos es el responsable de traducciones directas del alemán al español de filósofos de la talla de Hegel, Husserl, Kierkegaard, Heidegger, entre otros) lo hace encontrar en libido un vocablo alemán y no el latín en que originalmente pensó Freud.
Destaca también el hecho particular de que en ningún idioma ha cambiado libido ni siquiera en su escritura, pues se encuentra a lo largo de la literatura psicoanalítica tanto en el original alemán de Freud, así como el francés, inglés, italiano, portugués, etc., algo que evidencia que no es por la falta de criterio de uno o más traductores, sino que no se ha traducido dicha palabra porque Freud la designó en su correspondiente idioma: el latín, él nunca pretendió volcarla al alemán. Incluso es claro desde el propio A. Moll de quien lo rescató Freud, pues su libro se titula Untersuchungen über die Libido sexualis en donde se encuentra “deseo sexual” en el original latín y no volcado al alemán. Por lo cual se comprende que Freud de hecho retoma dicho término pero en su acepción latina y la dota de un contenido específico en su teoría, un concepto que acertadamente Freud tomó de una lengua universal como lo es el latín, ya no necesaria de traducir.
En español, la Real Academia acepta a libido como una palabra correcta y la circunscribe al ámbito médico y a la psicología. Hace notar que la pronunciación debe ser grave, tal como se escribe, pues la sílaba tónica es –bi. Por lo que es incorrecto pronunciarla o escribirla como esdrújula (líbido) tal como aparece en ocasiones en algunos escritos psicoanalíticos. Por lo que ciertamente se puede concluir que la crítica que hace Gaos acerca de la traducción corriente sobre los textos freudianos, carece de vigor, pues como se vio, por un lado Freud propone dicho término en el correspondiente latín por lo que no es correcto traducirla, además que al paso del tiempo esta palabra latina se ha pasado al español de la misma forma y sin los cambios que se produjeron con el tiempo en el propio idioma y sin el control normativo que ahora se encuentra.
En español se tiene un ejemplo claro de palabras introducidas directamente de un idioma culto sin aprobación oficial, tal es el caso de una palabra homónima a un famoso escrito de Platón que lleva por título en español El banquete, pero que en original es Συμπόσιον (Sympósion) y que aún hoy se utiliza de manera frecuente la palabra simposium en ámbitos académicos predominantemente, pero que la Real academia la condena como incorrecta y propone el español simposio.
Regresando al tema de este escrito, mención aparte merecería el hecho de las palabras que se componen con el concepto de libido como Libidostauung (estancamiento de la libido), Ichlibido (libido del yo), Objektlibido (libido de objeto) y algunas otras cuya composición una vez más observamos se da en concordancia del vocablo alemán y latino, por lo que al traducirse al español es adecuado hacerlo de la misma manera pero esta vez con el español y latín (para Gaos lo adecuado sería: estancamiento de la libídine, libídine de objeto y libídine del yo).
En conclusión, el filósofo Gaos pasa por alto detalles que se encuentran en la propia escritura de Freud, pero al intentar sobrellevar una rigurosa traducción en ocasiones se pierde en argumentos académicos y normativos, este quizá sea el motivo por el cual su propuesta no tuvo eco en la literatura psicoanalítica de lengua española, aunado a su profesión de filósofo y no de psicoanalista, dos hechos que dieron por resultado una infértil polémica sobre la libido.